miércoles, 16 de julio de 2008

Cuentitos para toda la familia

Ubicación: Imaginaria

Cronología: Desordenada

Personajes: Varios

"Épocas de las que nadie se acuerda (porque nunca existieron, boló)": Volumen 1

María Antonieta se pasaba todo galán que iba a los bailongos de la Sorbona, esos en los que la cerveza salía 20 francos franceses. Napoleón se perdía en esos bailes, ya que de tan enano no lo veían, y terminaba estocando a alguno de bronca que tenía nomás. Owen la pasaba bomba, tomando como buen inglés y metiendo unos quiebres de cadera con el hit de ese verano: la Obertura "1815" de Tchaikovsky.

El que alquilaba la Sorbona, no se sabía porque, era el alemán Otto Von Bismarck, que como buen patrón alemán, era frío como témpano y no le gustaban los bailes de jóvenes emprendedores en la conquista de Europa y posteriormete el mundo.

De pronto irrumpe en el baile el menos esperado: Ricardo Corazón de León, ídolo de la parcialidad del National Football Club of England. Y ahí es cuando explota la barra.
Bulliciosos aplausos, ovaciones seguidas de cánticos tales como "ole, ole, ole, oleeee, Richard, Richard" (en inglés los ingleses, claro), "Allez, Ricard" (los franceses), y "Grandenfussballer" (Otto).

Llegó acompañado de otra de las damas de la época, la Reina Victoria, en lo que era el romance del verano (el cual había sido tapa de la revista inglesa "Gossip People" y la francesa "Q' es q' vouz chiment?").

Llegó y los pintores de retratos lo invadieron a la entrada. Los paparazzi le gritaban "Richard, a portrait, please" (Ricardo, un retrato por favor). Estuvo 3 horas y media esperando a que todos los retratistas le hicieran el retrato para las respectivas revistas de chimentos que cubrían, sin saber porque los habían mandado a un baile en la Sorbona con cerveza barata (si pudieran tomar en el trabajo, de más, pero habían matones de sus propios patrones para que laburaran sin desmanes).

Cuando terminaron de retratarlo, salió disparado con su pareja a la pista, mientras María Antonieta lo miraba con ganas de reventárselo en una loca noche, con opción a invitar a la Reina Victoria a participar (si, María Antonieta era tremenda zorra).

Antes de copar el centro de la misma, se tropieza y sin darse cuenta, cae sobre Napoleón, que al fin había encontrado una ubicación segura en la pista.

Cuando se levanta, Ricardo nota sangre en su pecho y ve que el pequeño gran francés tenía la nariz rota.

Napoleón estaba furioso...


Continuará.

2 comentarios:

eme dijo...

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¡grande Mauri!

Tuve que guardar como trescientos años de la historia en mi cabeza, y bueno, así fue, alguno se ahogó entre los líquidos propios de la masa encefálica. Sé que a Napoleón se lo tragó el piso, estaba parado arriba de mi cerebelo y puff... desapareció ("Napoleón Bonaparte puede desaparecer", cantar con la música de "Los Dinosaurios") al menos durante las tres horas de parcial no apareció nunca.
Ahhhhhh!!!!!

Anónimo dijo...

Y...Pa´cuando el final del cuento?
Lo estoy esperando...

Anónimus